Cuando nos dicen que imaginemos a un cavernícola, muchas veces lo primero que nos viene a la mente es un hombre (o mujer) con apenas una piel de algún animal por vestimenta, un garrote y viviendo dentro de una cueva, tal vez con una fogata.
Desde sus inicios el hombre ha tenido necesidad de guarecerse para protegerse de las inclemencias del tiempo, de algunos animales depredadores o bien del mismo hombre.
Con el cambio del ser humano de nómada a sedentario se empiezan a tener posesiones y de ésta manera surge la propiedad privada, entre ellas la vivienda aunque debemos aclarar que los nómadas usaban una especie de refugio transportable, tomando como base una estructura desarmable creada con ramas y huesos de mamut la cual cubrían con pieles, ramas o barro. En la época de las cavernas éste tipo de refugio se usaba cuando el cazador se alejaba de la caverna que le servía de vivienda, la cual usaba de forma permanente durante el invierno.
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